RELACIONES HOMOEROTICAS EN EL EVANGELIO

por Robert E. Goss
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La historia del centurión aparece no solo en Mateo VIII, 5-13 y Lucas VII, 1-10, sin también en Juan IV, 46-54. La mayoría de las opiniones eruditas encuentra el relato de Mateo como la versión más cercana a la fuente original. La presunción de heterosexualidad ha cegado, sin embargo, a los estudiosos heterosexuales y al clero en cuanto a la verdadera naturaleza de esta historia de sanación. ¿Cómo podría un modelo de fe estar en una relación pederástica? Un número de autores leen una relación homoerótica entre el centurión y su muchacho (Horner 1978: 122; McNeill 1995: 132-6; Williams 1962: 60-3; Hanks 2000: 48; Jennings 2003: 131-44).
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San Lucas usa el término servidor (doulos), en lugar de joven (país), en la versión de Mateo.
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Con la predominancia de la pederastia en el mundo grecorromano, cualquier lector del siglo I, comprendería inmediatamente la relación entre el centurión romano y su joven, como pederástica. Robin Scroggs escribe: “Las prácticas de la pederastia emergieron de una matriz social dominante del día. En algunos barrios, estas relaciones eran alabadas, en casi todos los barrios, condonadas… es importante mantener en la mente que la pederastia grecorromana era practicada por un gran número de hombres, en parte porque era socialmente aceptable, mientras que muchas otras personas en realidad la idealizaba como un proceso normal en el curso de la maduración.” (Scroggs 1983: 27)
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Tom Hanks anota: “A la luz de las prácticas comunes de los soldados romanos, se entiende más como una relación sexual” (Hanks 2000: 47-8). John McNeill también destaca que a los centuriones no se les permitía casarse durante su período de servicio militar. El centurión encontraba placer físico de su esclavo (McNeill 1995: 134). Pero Lucas usa el término esclavo para sugerir el término joven. Lucas dice que el esclavo del centurión era precioso o caro (entimos) Verstraete y más recientemente Walters han subrayado la naturaleza de las relaciones homoeróticas y los arreglos entre los hombres libres romanos y sus esclavos (Verstraete 1980: 227; Walters 1993: 29).
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El esclavo estaba enfermo, cerca de la muerte. El centurión envió a algunos ancianos judíos a Jesús. Ellos dicen: “Él merece que tú hagas esto por él, ya que ama a su gente, y es él quien construyó nuestra sinagoga” (VII, 4b-5). No solo está el centurión romano en una relación homoerótica, sino que es generoso con la comunidad judía conquistada. Es diferente a los ocupantes romanos normales. Ha ganado el respeto de muchos judíos dentro de la comunidad, porque ha demostrado respeto por su religión, y en su generosidad, ha contribuido y construido una sinagoga.
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Jesús va a curara al joven amante del centurión, pero el centurión otra vez envía a amigos: “Señor, no te preocupes, porque yo no soy digno de que vengas a mi casa; por lo tanto, no presumo de venir a ti. Pero solo di una palabra, y permite que mi servido sea curado” (VII, 6b-7ª) La reacción de Jesús no es condenatoria. De hecho, dice que no hay fe más grande en Israel. ¿Comprendió Jesús la naturaleza de la relación del centurión con su esclavo? Las relaciones homosexuales grecorromanas eran comunes en los enclaves griegos y romanos de Galilea y las regiones vecinas. Jesús no eligió condenar la relación homoerótica entre ellos. No le dijo al centurión que debía ser célibe, o casarse con una mujer. Tampoco citó los versículos del Levítico para condenar las relaciones anales hombre-hombre.
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Donald Mader observa: “Un segmento de la iglesia primitiva en la cual el documento “Q” y Mateo nacen, no se preocupaba, cuando se enfrentaba a una relación homoerótica responsable, sino que la subordinaba a la cuestión de la fe” (Mader 1992: 231). Este relato mina el derecho religioso contemporáneo: mantiene este que no se puede ser “queer” y cristiano. Jesús afirma que no hay fe más grande en todo Israel que en este centurión romano activamente envuelto en una responsable relación homoerótica. Es irónico recordar que a los católicos se les enseña a recordar a este hombre en una relación homoerótica, cuando se recita en la recepción de la comunión: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero solo di una palabra y mi alma será sanada”.
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